Diálogo intergeneracional. Una tarea pendiente

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Diálogo intergeneracional. Una tarea pendiente

Autores: José Luis Balmaceda, Pdte. Fundación Sinergia Humanitaria. Y María José Gálvez, Directora Ejecutiva Fundación Sinergia Humanitaria.

El edadismo es el prejuicio para tipificar la discriminación por edad, demandando la urgente necesidad de institucionalizar practicas intergeneracionales responsables en nuestro país.

Actualmente a nivel mundial, 1 de cada 2 personas es edadista, lo cual tiene consecuencias para la salud física y mental de las personas mayores, y costos muy elevados para los países.

Las Naciones Unidas al declarar la Década para el Envejecimiento Saludable, invitó a los países del mundo a modificar la forma de pensar, sentir y actuar respecto a las personas mayores,  relevando las prácticas intergeneracionales como una de las formas de reducir el edadismo a lo largo del curso de vida.

En nuestra Región, los niños, adolescentes y jóvenes, todavía comparten tiempo con las personas mayores, incluso 1 de cada 4 vive en el mismo domicilio. Sin embargo, muchas comunidades están experimentando cambios sociales, con una alta migración a las ciudades, alterando el tamaño de las familias, de las viviendas. Se añade, una gran brecha tecnológica entre generaciones y de  condiciones de vida. Esta nueva realidad ha provocado una notoria disminución en el vínculo intergeneracional, reduciendo la cantidad de oportunidades de compartir de forma gratificante y significativa.

El objetivo de las prácticas y proyectos intergeneracionales es recrear e incrementar las oportunidades de contacto con las personas significativas, y concebir nuevas relaciones entre personas que no se conocen y que pueden disfrutar recíprocamente del intercambio generacional.

Los principios sobre los cuales se basan estas prácticas es que sean co-construidas; participativas; fomenten la amistad y los vínculos duraderos; fortalezcan las habilidades mutuas; y, cambien la visión que se tiene de las personas mayores y de los jóvenes.Sólo así estaremos contribuyendo para que la vejez sea una etapa deseable de la vida.

Se ha estudiado como la solidaridad intergeneracional provoca emociones positivas; una mayor satisfacción con la vida e incremento en la participación social; acercamiento a la tecnología; una disminución en la sintomatología de salud mental en personas mayores; en aquellos viviendo con demencia, un aumento en las emociones positivas y en los jóvenes que comparten junto a ellos. Más aún, se ha visto a las relaciones intergeneracionales como una alternativa útil para enfrentar el cambio climático.

Estas prácticas deberán partir por identificar en la comunidad los intereses existentes entre todos los segmentos de la sociedad, para así mejorar la calidad de vida de las colectividades, a través de los aportes en habilidades, conocimientos y experiencia que jóvenes y personas mayores puedan aportar. Solo a través de esta interacción lograremos promover mayor conciencia, conocimiento, respeto y solidaridad, si queremos un país verdaderamente cohesionado a nivel social.

Ello demanda la creación de proyectos capaces de transformarse en la base de programas de largo plazo para el desarrollo de entornos intergeneracionales, en los que concurran todos los actores vinculados. Basta solo dar un vistazo al trabajo realizado en Europa desde los noventa, para constatar la existencia de una multiplicidad de ejemplos factibles de materializar en nuestro país. Entre los principales activos destaca la Guía de Ideas para Planificar e Implementar Proyectos Intergeneracionales y su programa MATES, cofinanciado por la Unión Europea, poniendo a disposición 30 proyectos de fácil acceso.

“Juventud con Impacto”, proyecto suizo iniciado el 1998, persigue la inclusión de jóvenes en temas de desarrollo comunitario, destinados a mejorar el bienestar y la salud, compartir conocimientos y habilidades, aumentar la identificación con su comunidad local, enriquecer la construcción de relaciones entre generaciones y promover el respeto y la tolerancia. Anualmente celebran el “Día de Impacto”, donde cada grupo elabora un proyecto para la comunidad de acuerdo con los temas establecidos por miembros jóvenes del comité, los que, aprobados por las personas mayores, se caracterizan por ser realistas y financiables.

No obstante, los esfuerzos que por décadas se vienen ejecutando a nivel global, resulta del todo inaceptable que la edad se siga utilizando para categorizar a las personas, con las consiguientes divisiones sociales, injusticias y ausencia de solidaridad que la misma provoca. La OMS, consciente que lo anterior atenta contra nuestra salud y bienestar, acogió el requerimiento de encabezar una campaña mundial contra la discriminación por edad, donde el dialogo intergeneracional aparece como una estrategia convincente, acompañada de medidas legales, educacionales y políticas.

Como una manera de enfrentar dicho escenario, Naciones Unidos resolvió promover la publicación de una guía “Conectando Generaciones para aquellos preocupados de combatir el edadismo, promoviendo la comprensión y respeto mutuo entre las generaciones. Asimismo, considera esta lucha como un prerrequisito para lograr buenas políticas públicas sobre envejecimiento saludable y el mejoramiento del diario vivir de las personas mayores. Su Informe Global sobre discriminación por edad releva tres estrategias para reducirla:  políticas y leyes, las que permitirán fortalecer las medidas a través de instrumentos nacionales e internacionales; intervenciones educativas en todos los niveles, desde la primaria hasta la universidad, encargadas de reforzar la empatía, disipar conceptos erróneos sobre este segmento y reducir los prejuicios; y, el fomento del dialogo intergeneracional.

La guía, capaz de planificar, implementar y evaluar proyectos, consigna: objetivos y resultados; niveles de contacto y actividades intergeneracionales; participantes, configuración, salvaguardias, momento, frecuencia y calidad del vínculo; movilización de recursos. Uno de sus referentes son Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, que en los últimos años lograron una exitosa proyección a nivel nacional. Se caracterizan por diseñar y adaptar su entorno natural, construido para residentes de todas las edades y capacidades. Una comunidad amigable con las personas mayores está libre de barreras, diseñada para la diversidad, la inclusión y la cohesión. Fomentan la solidaridad entre generaciones y facilitan las relaciones sociales y los vínculos entre los residentes de todas las edades”.

El diálogo cuenta entre sus principios:  equidad, participativo, inclusivo, universal, amistoso, respetuoso con los derechos humanos, mutuamente beneficioso y recíproco, basado en activos y evidencias, inocuo e interdisciplinario.  Si bien la guía no menciona qué países la están utilizando, ofrece principios, estudios de casos y consideraciones prácticas para ayudar a las organizaciones a desarrollar proyectos intergeneracionales.

Los profundos cambios experimentados en la sociedad global, incluyendo la segregación por edades, han hecho irreversible que el envejecimiento activo sea hoy un imperativo, exigiendo el desarrollo de mecanismos, estrategias y políticas capaces de cimentar soluciones amparadas en una nutrida solidaridad y compromiso entre todos los actores sociales.

Es en dicho contexto donde la práctica intergeneracional constituye una respuesta a las transformaciones citadas, las que incluyen modificaciones en los patrones económicos y de bienestar, al tender puentes entre los distintos segmentos, fusionando a personas y requerimientos de cada comunidad. La consolidación de Ciudades Amigables es una valiosa plataforma si pretendemos ser consecuentes con nuestros adultos mayores.

 

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